En la asociación estaban muy contentos
con el nuevo fichaje porque hacía falta su colaboración como estudiante de
economía para llevar las cuentas que en aquella asociación (como en casi todas)
estaban manga por hombro.
Pero he aquí que el voluntario, para eso
voluntario, no recibía ningún sueldo, aparecía un martes, pero el jueves tenía
partido de tenis al que no podía faltar y el viernes ponían en el cine club de
la universidad una interesantísima película que no podía perderse.
Al martes siguiente el voluntario llegó
involuntariamente una hora y cuarto más tarde y se puso al trabajo con gran
entusiasmo. El siguiente jueves llegó sólo media hora tarde y cuando estaba en
lo más arduo de su tarea de economista recibió la llamada de Yolanda: “Pero…
¿no te acuerdas de que hoy es mi cumple? - ¡Ay, perdona!”. Dejó los papeles
revueltos sobre la mesa y salió corriendo. Estuvo en la asociación como un
clavo los tres días siguientes porque al llegar el viernes notó una cara algo
extraña en el coordinador. Pero he aquí que dos semanas después encontró en el
periódico el anuncio de un curso intensivo de danza-jazz… “No serán más que dos
semanas...luego podré aportar…”. Las dos semanas se convirtieron en cinco, pero
el martes de la sexta apareció puntualísimo en la asociación. En la mesa que él
ocupaba normalmente había trabajado una señora mayor con lentes finitos de esos
de mirar por encima, “Buenas tardes".
El coordinador se asomó a la puerta:
“Hola, te presento a Doña Rosalía...es contable jubilada y es nuestra nueva
voluntaria… ¿vienes un momento?”. Y se lo llevo a su despacho. “Mira es que
urgía el asunto de las cuentas y ella, aunque a veces tiene que traerse a su
nieto, o se le pone el marido enfermo tiene más tiempo. Y además… hay otro
rollo para ti. Hemos tenido reunión los responsables de diversas ONGs y hemos
organizado algo que creo que te resultará interesante. Apunta esta dirección.
Al día siguiente el voluntario se
dirigió a dicha dirección. En la puerta se veía un cartel: “Asociación de
involuntarios. Piso 2º Derecha”. Y pasó a la asociación. “Hola, ¿Eres nuevo?.
Aquí tienes un folleto de la asociación”. Y leyó: “Asociación de involuntarios.
Fundación de la unión de agrupaciones sede servicio social. Nuestro objetivo es
ofrecer un campo de actividades a todas aquellas personas que quieren hacer
algo (pero no demasiado) en su vida. Esta asociación cuenta con sala de
revistas, videoteca, sala de reuniones informales. No hay horario fijo ni
reglamento concreto. Puede usted venir cuando le apetezca y comprometerse en la
actividad que usted elija, aunque luego sus múltiples ocupaciones y contactos
no le permitan llevar a cabo su compromiso.”
Al voluntario no le pareció mal la idea
e iba a ponerse a elegir una actividad entre la amplia lista. Pero en aquel
momento miró el reloj, “¡Uy, las 7 y media! ¡Hoy echan por la tele el
Albacete-Numancia!”. Y salió, involuntariamente corriendo.